La Contraofensiva
por Helena Pérez Bellas
La literatura está hecha para
vengarse. La literatura está hecha para matar y no ir preso. La literatura está
hecha para ajustar cuentas. La literatura está hecha para imponer un discurso.
Vos te callás. Y lees. Me lees. La literatura está hecha para decir la verdad.
Pero es mentira. La literatura está hecha para torturar. La literatura está
hecha para imponer el amor. El amor siempre atrae al amor. Es así aunque no te
guste. Vos lees y vos te callas la boca. Ahora voy a hablar yo. Y te la vas a
bancar.
No digo tu nombre porque no tenés. Tu
documento dice una cosa pero tengo noticias: no sos nada. Igual si me apuras
digo tu nombre, yo no me callo más. Pero no existe. Lo que era música ahora es
nada. Aún así, en la potencia de la mentira, nunca pudiste conmigo. Siempre
supe, no soy tonta. Pero para escribir hay que vivir. Yo decidí las dos cosas:
escribir y vivir. No te halagues que tu función es esa. Vos me podrás haber cogido
a mí. Una, diez, cien veces. Pero la que escribe soy yo. Vos y tu página en
blanco se van a casar. Van a tener hijos. Hijos sin nombre.
Me tratan mejor los fascistas que
vos. En tu superioridad política tenés límites: para adentro basura. La pluralidad
de voces tiene esos límites. Radios para todos, yo en silencio. Callate la boca
ahora voy a hablar yo.
Estoy triste y despistada. Pero no me
lo permito mucho tiempo. La gente quiere que llore y que me muestre así. Que
abra el corazón. Que haga de esto un drama íntimo, que me esconda, que me lo
guarde para mí. Rondas de mujeres llorando. Obsesión y no hay vuelta atrás.
Repetir, comparar, corroborar historias. Olvidate. Callate la boca no te quiero
escuchar. Esto no es un diálogo. Es un discurso que como una flecha va en una
sola dirección. Directo al corazón no porque no tenés. Al hígado porque me
dijeron que duele mucho, que te desangras de a poco mientras en el último
aliento que se repite cientos de veces se te va el aire de la vida. Morite de a
poco así recordás. Yo me voy a quedar a tu lado no temas. No hay nada que
temer. Es lo que tiene que pasar. No insistas en vivir no hay manera. Tu vida
se terminó en el momento en el que decidiste trastocar la mía. Quién te crees
que sos. Con quién te pensás que te metiste. A dónde crees que te podés
esconder. No hay a dónde correr. Esta ciudad es chica. No te toques la herida
que igual no va a parar de sangrar. Intentaste sacar el celular y lo tire
lejos. Pero lo suficientemente cerca como para que te arrastres. No te lo voy a
impedir. Ahora te lo pateo con los mismos borceguíes con los que te fui a tirar
la puerta abajo. Tu sangre en el cemento alisado van formando el mapa de
nuestra vida. Con los dedos y tu sangre formo tinta y escribo. Solo te podes
arrastrar con los codos. Me pedís por favor. Y no te das cuenta de la suerte
que tenes, pedazo de hijo de puta. Porque yo estoy con vos en este dolor
inmenso, te contemplo callada. A mi me dejaste sola. Me tiraste en una
habitación a oscuras como a un cordero cerraste la puerta tiraste la llave y me
fui quedando ciega. No enloquecí porque aprendí a contar. Hice cálculos
matemáticos de noche y de día. Porque no sabía que era el sol y que era la
luna. Repetí las capitales de toda América Latina para no volverme loca. En el
dolor no hay ventanas, no hay estrellas, no hay sonido, es el cero absoluto. Me
sacaste del cielo para dejarme en el infierno de la tierra. Hiciste de mi vida
algo normal, cuando yo vivía en la fantasía. Pero aún así, escuchame bien,
siempre supe. Vos crees que sos más inteligente que el resto: no es así. Ahora
mismo en el último momento de tu comunión con la tierra de los vivos te olvidas
de eso. Vos vas a dar un paseo por donde yo estuve. Animal. Bestia. Salvaje.
Bruto. Imbécil.
Si me tenes miedo haces bien. Aprende
a rezar. Yo me rebaje a creer en dios porque cuando ya no sabes como pedir que
pare el dolor le pedís a dios, al cielo, a las fuerzas superiores que te hagan
el favor de. Ya basta. Aún así no me sacaste la poesía. Género menor que poco importa
si no estalla en la prosa. Sigo siendo igual de contundente no paro. Voy para
allá. Parece que estoy lejos como una estrella, pero otra vez un error de tu
parte. Estoy estallando. La brisa va ir ordenando los fuegos de artificio de mi
rabia. Una constelación caliente color sangre. De mi va a brotar algo luminoso.
De vos solo brotara el daño. El viento ira juntando las brasas que caerán en
las calles de esta ciudad que me lastima todo el tiempo, porque la caminamos
juntos. De la mano. Yo sonreía y contenta esperaba siempre el semáforo en rojo.
Para poder ponerme en puntas de pie y formando un circulo de ternura colgarme
de tu cuello. Darte un beso con el ruido del tráfico de fondo. Que me agarraras
la cola en público poco me importo. En tu derecho legítimo estabas. Si la
legislatura interna de mi cuerpo sesiono a tu favor. Firme y sólido candidato a
tocarme el culo donde quieras. Ahora te lo voy a tocar yo a vos. Y te va a
gustar.
Te dije que te quedara quieto y que
escuches. Se termino la paz, empezó la guerra. Vamos a ir a una fiesta y te vas
a divertir.
Te acordas cuando me dejabas marcada.
Como las ovejas que tienen dueño y hacen lana. La lana de las mantas que nos
cubrían en invierno. Si es verdad deje que me pegaras, es todo verdad. Si
después tenía que usar hielo y la gente extrañada en los eventos sociales se
preguntaba entre murmullos. Por qué se sienta tan raro. Por vos. Fue así y yo
lo permití y te gustaba. Te gusta tener propiedad. Sos latifundista del cuerpo.
Propietario de las partes privadas. Me hiciste daño con amor. Así que no te
tomes esto a mal. Es sadisimo con cariño. Es destrucción con ternura. Es la
contraofensiva del amor.
Agarra el pasaporte que nos vamos.
Mete tus porquerías en una bolsa de consorcio y mové el culo.
Ahora que estamos lejos. Hablemos.
Tocame la cara, cepillame el pelo,
reconoceme. Te quiero. Agarrame de la nuca y apreta. Te quiero. Cede. Hace las
preguntas que tenés que hacer. Mirame a los ojos. Que queres saber de mí. De la
infancia hasta ahora. No hay nadie, somos desconocidos en un país lejano,
rodeados de un idioma que no hablamos. Solo queda nuestro lenguaje, nuestras
palabras y el tacto. Meteme una mano entre las piernas sin motivos sexuales de
ningún tipo. Cae la nieve, se hace de noche más rápido. Vamos a la cama. Pegate
a mi. Convulsiones y llanto. Está todo perdonado. Mi parte más sensible es la
cadera. Te voy a decir la verdad. No voy a omitir más nada y voy a parar de
mentir. Te dí mi corazón y lo donaste a la ciencia. Me diste un beso y floreció
otro. Este también es tuyo, este también lo podes destruir. Mientras te metas
siempre adentro mío. Hay esperanza.