Ayotzinapa: el dolor, la incertidumbre y la ira
por Adolfo Gilly
Cuatrocientos cuarenta y cinco miembros de la
comunidad de El Colegio de México, conocida por la mesura de sus juicios y la
herencia de razón, república y estudio recibida desde los padres fundadores de
la Casa de España de México, han dado a conocer un sereno y severo documento,
dirigido a la opinión pública, sobre el crimen de lesa humanidad cometido
contra los normalistas de Ayotzinapa, a quienes llaman nuestros 43 hermanos
desaparecidos.
Por
la seriedad de sus argumentos me tomaré la libertad de reproducir o glosar en
este espacio algunos de los pasajes fundamentales. El documento consta de
cuatro apartados y está fechado el 11 de noviembre de 2014. Las cursivas están
en el texto original.
* * *
Dicen desde el inicio los firmantes (64
profesores-investigadores, 216 estudiantes, 36 administrativos y
bibliotecarios, 99 egresados) que la información presentada por el Procurador
General de la República en la conferencia de prensa del 7 de noviembre de 2014,
no cumple aún con la exigencia de conocer el paradero de los 43 normalistas
desaparecidos, los motivos de su sustracción y la suma de personas involucradas
con miras hacia su detención y castigo. Y a continuación dan sus razones:
La
información dada a conocer proviene de líneas de investigación limitadas o
incompletas y se basa exclusivamente en confesiones de personas detenidas por
su presunta participación en los hechos. Las confesiones no pueden ser
consideradas como única prueba y en México su contundencia está totalmente
diluida. Mediante una práctica sistemática, el Estado mexicano ha
institucionalizado la tortura como método de investigación en las instancias de
impartición de justicia, hecho que ha sido ampliamente documentado por diversos
diagnósticos nacionales e internacionales.
Aun
cuando no presumimos que tal haya sido el caso ni descartamos los dichos de los
detenidos, agregan los firmantes, somos enfáticos en la necesidad de demostrar,
a través de pruebas científicas, objetivas y rigurosas, si los restos
encontrados corresponden a los 43 normalistas desaparecidos o no.
* * *
La severidad de los términos en que está formulado el
segundo apartado demanda su reproducción literal:
"La forma en
que la información ha sido presentada a los familiares y a la sociedad es
condenable. El
montaje discursivo de la Procuraduría General de la República es
contradictorio: la lógica oficial alienta, sin comprobar,
la idea de que los normalistas fueron salvajemente asesinados, pero su
conclusión es que continuarán en calidad de desaparecidos".
Ahora
bien, la conclusión sucesiva es demoledora y viene subrayada: Estamos convencidos de que la presentación de argumentos y
materiales no concluyentes y contradictorios tiene como único fin desmovilizar
las acciones de protesta.
A
esta convicción se suma la clara percepción de la crueldad del procedimiento
expositivo público escogido en este caso por las autoridades federales:
"Asimismo, el gobierno mexicano y sus
instituciones se han mostrado indolentes ante la situación emocional de los
familiares de los 43 normalistas y, en distintos momentos, han promovido
especulaciones de diversa naturaleza, abonando al tratamiento sensacionalista
del caso. La forma en que la Procuraduría relata hechos de
tortura, vejación y sufrimiento físico y emocional a los que los estudiantes
podrían haber sido sometidos, es decir, sin poder comprobar si fue así o no, es
un acto de innegable violencia psicológica sobre cuyas intenciones nos
cuestionamos".
No
piden estos académicos y estudiantes que se escondan o se maticen las
evidencias reunidas. Demandan con razón que sólo sean presentadas a la sociedad
cuando el caso haya sido resuelto y su difusión atienda protocolos de crisis
humanitaria.
* * *
Tal vez el apartado más fuerte de esta declaración sea
el tercero. Se refiere al conjunto de la postura adoptada en esta crisis por el
gobierno federal en la persona de su máximo representante, el Presidente de los
Estados Unidos Mexicanos. Con severidad y respeto dice:
"Nos
declaramos indignados ante la postura negligente e insensible del Presidente de
la República, el C. Enrique Peña Nieto, frente a las circunstancias críticas
del país. Consideramos
que su insistencia en realizar una gira internacional de trabajo, mientras el
país se debate entre el dolor, la incertidumbre y la ira es del todo
inoportuna, imprudente e indolente. Condenamos que el Presidente haya desoído
la exigencia de los familiares de los 43 estudiantes, así como de la sociedad,
en torno a la cancelación de su salida del país. En este momento la
presentación con vida de los 43 normalistas y la resolución integral del caso
Iguala es una prioridad nacional. El lugar del Presidente está en su
país".
* * *
De nuestros derechos como ciudadanos de la República
hablan las conclusiones del documento: Reivindicamos el derecho a la
movilización social pacífica y solidaria, sostenemos el dolor que hoy sentimos
colectivamente y exigimos justicia. Y de las provocaciones también:
"No
permitiremos que las provocaciones lanzadas desde distintos niveles de
gobierno, ya sea de manera frontal o a través de grupos de choque a su
servicio, nos detengan, como han intentado hacerlo en manifestaciones
recientes. Exigimos un alto total e inmediato a las hostilidades del gobierno,
a las detenciones arbitrarias, a las amenazas, a la represión en cualquiera de
sus formas, a la criminalización de la protesta social y a cualquier otro
intento por inhibir el derecho a la libre expresión de la ciudadanía".
Que
la búsqueda prosiga bajo presunción de vida; que se presenten pruebas
científicas objetivas y rigurosas validadas por instancias internacionales; que
se acepte de inmediato la asistencia técnica ofrecida por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos; y que "se reconozca que México se
encuentra en un estado decrisis humanitaria" son las peticiones finales de
la comunidad de firmantes de El Colegio de México.
* * *
Ayotzinapa no es un repentino caso excepcional. Es el
México de estos tiempos de la ira y del despojo. Además de apoyar y hacer
propias las demandas de los padres y las madres de los estudiantes
desaparecidos, este singular documento colectivo termina recordando que
Ayotzinapa es tan sólo un momento culminante de la historia de horror y
desprecio que en este país nuestro hemos venido viviendo en estos años,
mientras los políticos y los funcionarios de todos los colores, con la
televisión a su servicio, seguían encerrados en sus cámaras de espejos
electorales, institucionales y clientelares. Concluye así:
Nuestra
consternación e indignación no son menores ante el resto del horror: decenas de
cuerpos no identificados a lo largo del país; ciudadanos que mueren todos los
días en circunstancias desconocidas y por los que absolutamente nadie responde;
cientos de miles de vidas conquistadas por el miedo y el desamparo. Pero
nosotros no nos cansamos.
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