El relámpago de abril sigue vivo en la memoria de muchos y muchas
por Raquel
Gutiérrez Aguilar
Hace
15 años, en abril de 2000, en Cochabamba comenzamos a dar a luz un nuevo mundo…
una nueva forma de estar juntos en la lucha, de enlazar nuestras fuerzas y de
construirnos un camino común.
Fueron
meses intensos y exigentes, días y días de lucha y deliberación continua, de
ocupar la calle y de pelear palmo a palmo contra los que una y otra vez nos
expropian nuestros esfuerzos y nuestras riquezas, para mandar sobre nosotros.
Nosotros
y nosotras, con nuestras ganas y nuestra energía, abrimos la historia en
aquellas semanas tensas y duras, pero también salpicadas de alegría y de
posibilidades.
Dos
cosas dijimos en aquel abril inolvidable. Establecimos enérgicamente que no
permitiríamos el despojo de lo que vamos a usufructuar en común: el agua. Esa
agua imprescindible que nos fue dada por la Pachamama y que es
obligación compartir y cuidar para que alcance a garantizar la vida de cada
quien y la de todos, de los humanos y de los no humanos. Dijimos que no nos
arrebatarían el agua y lo logramos. Nuestra fuerza hirió de muerte no sólo al
mal gobierno de aquel entonces sino que también hizo estallar en mil pedazos la
creencia de que la vida de carencia y frustración que nos imponían es el único
modo en el que podemos vivir.
Dijimos
también que nosotros y nosotras mismas, por nuestra propia cuenta, confiando en
nuestra propia capacidad de hacer acuerdos, de respetar nuestra palabra
empeñada ante los demás, podíamos decidir sobre los asuntos más importantes que
afectan a nuestra vida cotidiana y, en general, sobre las cuestiones públicas
de mayor importancia. Y en miles de reuniones y asambleas, conversamos e
hilamos la sabiduría que vive en cada uno de nuestros corazones y mentes. Así
recuperamos la voz, la confianza y la fuerza. Así vislumbramos que existe un
mundo distinto al que impone el capital y gestionan y administran los
gobiernos.
El
relámpago de abril sigue vivo en la memoria de muchos y muchas: somos nosotros
y nosotras mismas quienes podemos defender la vida y sus regalos para
organizarnos una vida satisfactoria y digna.
No
olvidemos lo que logramos producir colectivamente
No
olvidemos que fue nuestra capacidad colectiva de crear confianza mutua lo que
abrió un horizonte renovado de vida y de lucha.
(Fuente:
www.pueblosencamino.org)