Contra la crueldad, más feminismo// #Niunamenos
Otra vez la
crueldad. Irma Ferreyra Da Rocha fue torturada, empalada con la rama de un
árbol y asesinada en la noche del sábado en la localidad misionera de Garupá.
Recién se supo como parte policial la tarde del domingo, y todavía faltan
datos. Pero esa descripción aberrante ya circula y no es posible esquivarla.
Ante la pregunta
reiterada sobre si hay más femicidios o más visibilidad, aquí se repite la
escena de un cuerpo torturado y roto: hay crueldad. No alcanza con violar, no
alcanza con matar. Disciplinar es ir más lejos, es aplicar sobre las víctimas
el terror del victimario con una violencia que no está destinada solamente a
matar, sino también a aterrorizar. ¿Llama la atención un “método” de la
inquisición, una práctica colonial aplicada sobre el cuerpo de las mujeres?
¿Qué hacemos frente a la reiteración de un modo de matar?
Estamos ante una
guerra contra las mujeres. Contra todas nuestras formas de autonomía. No en
vano se repite en Posadas que la víctima quiso ir con su victimario. Porque
contra ese deseo de la mujer también hay disciplinamiento, hay imposición de
otro deseo que se siente amenazado: un deseo de dominación. Amenazado por la
posibilidad de una mujer en particular de ir detrás de lo que quiere. Amenazado
por la alianza entre miles de mujeres que el 19 de octubre, en Posadas,
salieron a la calle para hacer del Paro de Mujeres un día de lucha, de movilización,
de rabia e indignación por el crimen de Lucía Pérez pero también contra la
trama social y económica que hace posibles los femicidios como hecho cotidiano,
que precariza nuestras vidas.
Esta guerra que
denunciamos exhibe la crueldad contra nuestros cuerpos y su ensañamiento es
producto del miedo a perder los privilegios que otorga a los opresores el pacto
patriarcal.
Los femicidas no
son enfermos ni son animales, no son “bestias” o “locos” como se apuran a decir
la prensa, el derecho y la medicina. Patologizar a los femicidas es esconder la
trama común que une a todos y cada uno de los casos. Estos varones son hijos
sanos de un sistema heteropatriarcal que nos oprime a diario a través de
distintas formas de abuso. Este femicida no aprendió solo a matar, ha aprendido
sus métodos del espectáculo mediático.
Vimos hace
algunos días otra escena patética: los empresarios chilenos regalando al
ministro de economía una muñeca inflable como alegoría del “empuje” que se
necesita para superar la crisis. Constatamos en América Latina una ofensiva
eclesiástica, judicial y empresarial que identifica a la “ideología de género”
como su principal enemigo. En esta clave se lee tanto el golpe en Brasil como
la campaña de la iglesia contra el “sí” en el referéndum por la paz en
Colombia.
El 3 de junio de
este año dijimos a lo largo y ancho de nuestro país y muchos otros “Ni Una
Menos, Vivas nos queremos”, el 19 de octubre nos plantamos con el mismo grito
cruzando las fronteras de los continentes y dijimos también: “Nosotras
paramos”. Desde entonces no dejamos de encontrarnos, de estar alertas y
movilizadas. También dijimos “que no nos pidan calma ni silencio”, porque las
crecientes reacciones machistas que buscan aleccionarnos a las cientos de miles
de mujeres que comenzamos a salir a las calles a decir “Basta” en las camas, en
las plazas, en las cocinas y en las calles, nos llevan a levantar una misma
bandera. Una comunidad feminista, transversal, diversa que hoy dice: “Estamos
para nosotras”. Porque estar la una para la otra, sosteniéndonos en nuestros
deseos y en nuestra rebeldía, es la manera de cargar de sentido las consignas
de siempre: ¡Ni Una Menos!, ¡Vivas nos queremos!
Desde hace años
las mujeres nos organizamos, pensamos y luchamos contra la violencia
estructural machista. Desde hace 31 años nos reunimos en los Encuentros
Nacionales de Mujeres. Hace dos años salimos a las calles salimos a las calles
de manera multitudinaria con exigencias concretas. Las respuestas del Estado no
están a la altura de la crueldad que el patriarcado imprime sobre nuestros
cuerpos, de la revancha machista ante nuestro potenciamiento. La línea 144 no
es una acción a la altura de las circunstancias, construir refugios es
necesario pero no puede ser la única política con presupuesto, la Educación
Sexual Integral no se implementa en todo el país y se desmantela la formación
docente, el patrocinio jurídico gratuito para víctimas no se puso en marcha.
No hacen falta
mediciones para saber que hay una insubordinación en nuestros modos de ser
mujeres, de ser lesbianas, de ser trans o de ser travestis. Nuestras prácticas
vitales se han modificado, cada vez más alumbra la conciencia en las pequeñas
cosas que antes hacíamos sin dudar: cuidar de los otros y las otras,
postergarnos, mirarnos entre nosotras como rivales. Ahora lo que hay es
desacato mismo a la “identidad” como clasificación y norma. Nosotras estamos
para nosotras, planeando las próximas acciones, haciéndonos guiños, generando
alianzas insólitas.
Contra la
crueldad, nosotras nos tenemos.
Tenemos nuestras
autonomías y formas de organización, tenemos autodefensa y complicidad.
Ante la
crueldad, organización, ante la muerte, feminismo, porque son nuestras vidas
autónomas las que se están arriesgando.
Nos tenemos a
nosotras y es casi lo único con lo que contamos.
Más
organización, más feminismo.
El Estado es
responsable de cada una de las muertes por violencia machista, su silencio, su
inoperancia, lo vuelve cómplice y legitimador de las prácticas más cruentas y
femicidas.
#NosotrasNosTenemos y vamos juntas a un
Paro internacional de mujeres este 8 de marzo, contra la crueldad y a favor de
las vidas libres.
¡Ni Una Menos,
Vivas Nos Queremos!