Luciano desaparece dos veces // Diego Valeriano
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Se desaparece dos
veces cuando alguien postea 30001, cuando no hay amor, cuando se banaliza todo,
cuando se sobreactúa, cuando se mezcla para ensuciar, cuando exponen al
polaquito. Se desaparece dos veces cuando sigue la impunidad, cuando casi ni lo
nombran, cuando te sigue dando miedo que
esté el patrullero en la esquina, cuando te sigue dando miedo que no esté. Se
desaparece dos veces cuando se exalta la lucha política por sobre otras vidas, cuando
los hechos se acomodan a la propia fe, cuando la novia de un preso tiene que
hacer lo que no quiere para poder verlo en la comisaría, cuando ellos nombran a
López, cuando nadie dice donde votaría Luciano, cuando el volumen de tu voz es
según quien gobierne, cuando la vieja de mitad de cuadra ve a todos
sospechosos, cuando hay requisa en la plaza, cuando con guita se arregla todo, cuando
denunciar es fácil, cuando se minimiza como un caso más de excesos policiales, cuando
va quinto candidato a diputado, cuando no cambian al jefe de calle, cuando un
pibe asustado dispara, cuando ser transa es lo mejor que te puede pasar, cuando
se está en guerra, cuando no se lo nombra para no molestar, cuando ni te
acordás que Stornelli fue el ministro, cuando le pegan a un viejo a la salida
del cajero, cuando decís que esto es una dictadura. Se desaparece dos veces
porque es incómodo, pibe, chorro, cabeza, porque sus amigos eran peores, porque
era uno de tantos, porque eran pocos en el acto en Lomas del Mirador, porque
nadie sabe quién es Rosemary Chura Puña. Se desaparece dos veces porque la
policía sigue haciendo lo mismo, porque la vida es horrible, porque ser pibe es
un destino difícil, porque andan enfierrados, porque la gorra domina la calle, porque
saben darnos miedo, porque agarrar la Rivadavia en una Honda 100 es el mejor
futuro, porque la crueldad es enorme, porque hay muchas lágrimas tatuadas